5 cómics para conocer a... Iron Man - Hipervelocidad
Tony Stark, Iron man. Ya sabemos: Genio, millonario, playboy, filántropo… y mucho más. Espía, inventor, un truhan, un señor y, sobre todo, un adicto. Posiblemente la lacra que ha dejado una huella más indeleble en la reputación y la siempre ingeniosa personalidad de nuestro héroe. Uno de esos pecados que nos permite empatizar con el personaje, fiel a la más pura esencia Marvel. Siempre (o casi) inmaculado por fuera, rodeado de lujo y belleza, impecable con sus exclusivos trajes y una sonrisa capaz de rivalizar con la mirada Acero Azul© de Derek Zoolander. Y, sin embargo, siempre portando en su interior la semilla de un virus para el alma (el alcoholismo) que lo humaniza y lo convierte en profundamente terrenal. Una característica, la humanidad, que no deja de transmutarse en una de las múltiples paradojas e ideas geniales que nos dispara sin cesar esta miniserie con la sutileza de un cañón. Porque es curioso hablar de humanidad, de pecados, de inteligencia y de la propia alma cuando el verdadero protagonista de esta aventura no es sino una máquina. Una simple y vulgar sucesión de ceros y unos… que descubriremos que no es ni tan simple ni tan vulgar.
Partiendo de esta base, la historia nos deja un torrente de temas e ideas a un ritmo totalmente en consonancia con su título. Hipervelocidad es lo que vamos a encontrar a raudales lo largo de 6 frenéticos números que casi no nos van a dar tregua hasta el final. De esta forma, estamos ante lo que en términos cinematográficos podríamos denominar como un “blockbuster de autor”. Toda una misión imposible para un Tony Stark que, sin entrar demasiado en spoilers, se ve obligado a ceder el protagonismo a un sosias improbable que se encontrará página tras página traicionado, perseguido y cercado por una miríada de amenazas encabezadas por un curioso villano: una Inteligencia Artificial diseñada con las características necesarias para personificar las tres grandes adicciones de Tony. A saber: “Máquinas de alta velocidad, chatis de alto presupuesto y cualquier tipo de alcohol”. No en vano, el nombre de la antagonista (Absentia) juega de forma genial con las referencias a la bebida más famosa de la cultura bohemia (evidente también en los tatuajes de la villana) y, en un segundo plano, define perfectamente su talón de Aquiles (ausencia). Incluso su avatar como “aspirante fetichista a golfilla gótica” (palabras textuales) no hará sino darle protagonismo a un carácter rebelde y travieso que desencadenará un peligroso y divertido tira y afloja (tanto verbal como tecnológico) con Tony, ofreciendo auténticos duelos de ingenio y vueltas de tuerca imprevisibles a lo largo de la historia.
Estos juegos de palabras, dobles sentidos y trucos de magia serán constantes en la miniserie. Junto a un ritmo rápido y furioso, podemos reconocer las principales señas de identidad de Adam Warren, quien ejerce de guionista de esta aventura. El autor de series llenas de efervescencia y diversión como Gen-13 y, sobre todo, la descacharrante Empowered, toma las riendas del cabeza de lata con plena voluntad de dejar su sello en cada página y dotar a la historia de unos diálogos e interacciones chispeantes que nos sacarán más de una sonrisa a lo largo de nuestra lectura. Le acompaña a los lápices Brian Denham, ejerciendo de contrapunto con su estilo detallado, dando una dimensión realista tanto a los personajes como a la tecnología punta y los cientos de armas de destrucción masiva que llenan cada página. Sin embargo, este estilo juega también en su contra en algunas ocasiones, con algunas viñetas que pueden resultar bastante confusas y abigarradas.
No es el único pero que podemos ponerle a este comic. Podríamos poner en su debe un exceso de “tecnocháchara” propio del guionista que puede resultar cargante, así como un capítulo que transcurre bajo el mar. Y ya sabemos lo que ocurre a todo objeto que se desplaza bajo el agua: que la velocidad disminuye, con lo que la historia se descompensa y, como lectores, estamos deseando que la armadura vuelva a volar a máxima velocidad. Por suerte, este parón imprevisto no lastra el devenir de la historia, que recupera toda su potencia en una recta final frenética, imprevisible, llena de acción a raudales y más grande que la vida.
Así pues, ponte el cinturón de seguridad, carga tu playlist de dance/metal favorita, activa tu velocidad de lectura en modo Hipervelocidad y prepárate para disfrutar una historia de espionaje pasada por el filtro de Michael Bay llena de diversión, ideas brillantes, acción sin freno y giros de guion constantes. Si parpadeas te lo pierdes.
Antonio Santos
@thelordofsounds
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